
Hacia uno de los mas crudos inviernos de que se tuviese memoria en Dalmasca, un anciano, un peregrino camina bajo la nieve que cae anunciando lo que seguramente sera una gran tormenta. El viejo necesitaba refugio o seguramente no sobreviviría la noche, fue entonces que el cansado viajero encontró una pequeña cabaña en las faldas de la montaña, humo y seguramente adentro un fuego.
Dentro de la cabaña una madre sostenía a su pequeño hijo junto al fuego de la chimenea, la mujer se veía débil casi en inanición, apenas podía sostener unas palabras con el viajero, al que recibió con indiferencia. La mujer le explico al viajero que su esposo recién había fallecido en un derrumbe, justo antes de que comenzaran las nevadas, las que dejaron atrapada a la mujer y a su hijo en aquella desolada cabaña hace unas semanas. Con el paso del tiempo y ante las inclemencias del tiempo la comida, el agua y la leña fueron terminandose, incluso el viajero noto que parte de la madera que quemaban para mantener el fuego, era proveniente de unos muebles de aquel hogar.
Pasaron un par de días, cuando las pocas provisiones que quedaban se agotaron y la tormenta no cesaba, la ultima salida seria buscar ayuda arriesgandose a salir a la tormenta de nieve, algo bastante riesgoso, pero el anciano estaba apurado por el bienestar de aquel par, sin pronta ayuda seguramente no sobrevivirian mucho. Decidió correr el riesgo y salir, pero la mujer se interpuso y le rogó que se llevase al pequeño, ella no estaba en condiciones para soportar el viaje, su tiempo estaba contado, así que pidió por la única esperanza que le quedaba a su pequeño de poco mas de un año, era una locura, pero al final el pobre viajero acepto y abandono el lugar encargándose del pequeño.
La tormenta disminuyo de intensidad, pero aun así el viaje era duro y tenían de enemigo al tiempo, sin provisiones y refugio no podían mas que esperar la muerte. En varias ocasiones el anciano dio por muerto al niño, pero era fuerte, si no fuera por ese destino seguramente habría crecido alto y fuerte como seguramente debió ser su padre, cada paso que daba el misionero parecía acercarlo a ningún lugar, sino al contrario su viaje perderdia toda esperanza, hasta que las piernas del viejo no dieron para mas y así cayó - disculpame pequeño, pero lo he dado todo de mi y no fue suficiente...- rogó sollozante.
El fin se acercaba, podía ver la sombra de una gran figura de 4 patas que se aproximaba, se había imaginado que el ser que llevaba las almas al otro mundo era diferente de acuerdo con las diversas tradiciones. La figura se acerco al tiempo que el viejo perdió el conocimiento, sin duda listo para morir, la blanca bestia se levanto sobre sus patas traseras al tiempo que su majestuoso cuerno brillaba como el propio sol y así de alguna forma entre nebulosos recuerdos y sueños borrosos, salvaron la vida.
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