“su majestad, tiene que tomar una decisión”
Las palabras pronunciadas por el magister aun resonaban en
su cabeza, en ese instante, justo ante el portal que la llevaría de vuelta a
casa y a la seguridad del castillo.
- Es lo que Sara haría…. – se decía a sí misma, como lo hacía
en cada momento de responsabilidad que en su vida de nobleza se le había presentado.
Saradia no solo era fuerte y saludable, sino que siempre seguía el rumbo que le
parecía correcto, tratando de anticiparse a las situaciones y viendo los
panoramas desde diferentes ángulos, era sin duda una buena líder. Sora la
admiraba y se sentía en deuda con ella por brindarle siempre su apoyo (siempre
he sido una carga para ella), las princesas gemelas eran muy parecidas, pero en
ciertas cosas se diferenciaban mucho la una de la otra, a la vez que se
complementaban al estar juntas; pero hacia meses que se habían separado.
- La colonia se está deshaciendo…- reflexionaba al tiempo
que el edificio en el que se encontraba era desprendido de sus cimientos.
-¿Su majestad? - Un guardia le tendía la mano para ayudarla
a atravesar el portal y en ese momento tomo su decisión.
- ¡Capitán Haldarun! – Se volteo dirigiéndose al capitán de
su guardia, con una mirada firme y un tono decidido - Comandante del destacamento
de la guardia real, guardia condecorado del Reino de Vega, soldado de “La
Espada de la Luz” ¿en el nombre del Testamento, puedo contar con su lealtad?
- por supuesto, su majestad – el capitán respondió al instante, pero
aun así sorprendido ante el tono serio y firme de la princesa Soradia. Hacía
ya algunos días en los que se había descubierto la verdadera identidad de la
princesa y de hecho siempre estuvo en sospecha por parte de sus guardias, no
era nada raro que las gemelas jugaran a cambiar papeles, era una travesura que hacían
desde niñas, pero en ese momento cualquiera habría dudado de su identidad.
- estas son mis órdenes y no dan lugar a cuestionamientos, atravesare
el portal de inmediato. Este se mantendrá abierto, quiero que enseguida
transporte a todo miembro no militar uno a uno, luego sus guardias se
desplegaran en la zona y harán un perímetro, quiero que evacuen con la ayuda del
portal a toda persona que no haya podido ir a los refugios; Yo, la princesa
Soradia de Vega les ofrezco la hospitalidad del reino. Cuando la estructura
este por colapsar la guardia atravesara el portal, salven a todos los humanos que
puedan.
Aquello sorprendió a todos,
el orbe de transporte era un artefacto místico
que había sido hecho para garantizar la seguridad de la realeza en tierras
lejanas, esta sería la primera vez que alguien además de los herederos al trono
lo utilizarían y tal vez sería la única vez que un humano gozaría del mismo
privilegio. Esta acción iba en contra de las reglas establecidas para el uso de
dicho artefacto pero eso no le importaba a la princesa, tenía demasiadas cosas
en la cabeza y el tiempo se agotaba con cada suspiro.
- una cosa más – busco con la mirada a la joven siberiana,
la cual resaltaba de entre los demás y le arrojo su espada - Catalina Fyodorevna Vasilieva, te nombro como
mi caballero y te encomiendo te encargues de recibir a los refugiados en el
castillo, atravesaras el portal cuando yo lo cruce y organizaras todo en el
castillo para que se cumplan mis órdenes – sin dar lugar a dudas la princesa
giro y atravesó la puerta mágica.
Sora llego a una sala donde se encontraban algunos clérigos listos
a recibirla, estaba mareada por la transposición, pero no tenía tiempo. Ignoro
a todos los presentes y salió del salón corriendo, ella aun tenía un papel que
desempeñar, Emma la había elegido para algo, pero hasta ese momento desconocía en
que podía ayudar a aquellos que se encontraban en esos momentos peleando contra
el absoluto poder de Zeromus.
Fue cuando estaba al margen del portal que recordó el
proyecto secreto de su hermana, una nave capaz de viajar, con la velocidad de un rayo del sol, mas allá que ninguna
otra y podía ser tambien la última esperanza de
salvar a los que había sido destinada a ayudar.
Atravesó el corredor principal se detuvo un instante y
volteo con nostalgia hacia el camino que la llevaría a la sala del trono, lugar
donde se encontraba su moribundo padre, el rey Vaalor XII; pero la princesa
tomo la dirección contraria, no tenía tiempo que perder. A su paso se topo con
distintos nobles a los que hizo a un lado, unos guardias intentaron seguirla al
reconocerla, pero esta derribo una armadura que adornaba un pasillo, misma que
los hizo tropezar y los perdió en el camino.
Llego a las escaleras del patio frontal del castillo, aun le
quedaba mucho camino por recorrer, pero ya no tenía la fuerza necesaria. Se
llevo una mano al pecho – ¡No! ahora no, por favor – el dolor era punzante,
paso de ir a toda velocidad a tener que esforzarse para bajar un solo escalón,
luego otro mientras el dolor se incrementaba y el aire le faltaba, los
escalones le parecían tan altos como el mismísimo “rio en el cielo”, dio otro
paso tambaleante, la cabeza le daba vueltas. Paso a paso fue descendiendo mientras
su estado era más crítico, esos instantes le parecieron una eternidad, tenía
que apresurarse y ni siquiera sabía si su plan tendría éxito, no sabía si la
nave era funcional, solo sabía que debía llegar cuanto antes al recinto donde
la estaban construyendo, bajo un escalón mas. Llego la tos y con ella la sangre
proveniente de sus pulmones, hacía mucho tiempo que no tenía un ataque tan
grave, la vista se le nublo y cayó por
los escalones restantes, se golpeo la cabeza y se torció un tobillo, pero debía
continuar.
- voy a morir – se dijo a sí misma – voy a morir y no he
podido hacer nada.
Se reincorporo y cojeando llego a la sombra de la estatua
que adornaba el patio, se apoyo en ella pero su cuerpo no podía mas, estaba a
punto de perder la conciencia y con ella también la esperanza de salvar a aquellos
que la necesitaban. La tristeza era lo peor, presentía lo que ocurriría si
fallaba, pero no podía hacer mas, quizá moriría ella también y seguro la pena haría
que su padre la siguiera.
- ¿Que será de Sara cuando yo parta? La pobre no tendrá con
quien hablar, alguien que de verdad la comprenda, que vea mas allá de su
armadura…… y la pequeña Anna, como quisiera mostrarle las costas del sur y la
nieve del norte.
Miro hacia arriba a la ancestral estatua, a esa distancia parecía
majestuosa a pesar de lo ruin de su estado, pero en comparación con la princesa
lo mismo se podía decir de casi cualquier cosa, bajo la vista y leyó la inscripción
en la placa a sus pies:
“Aquello que nunca debemos olvidar”
Se sentó torpemente en el suelo recostándose contra
la estatua luego de la ultima punzada en su pecho, su cuerpo se disponía a
dormir pero su recién descubierta voluntad no.
- tan solo quiero ayudarlos…..
En ese mismo instante, lejos, en la órbita ahora descendente de Novara,
Zeromus despertaba al devorador de mundos. El miedo hizo presa de Sora, había presentido
lo que ocurriría y ahora sentía que estaba pasando.
- “lo que no debemos olvidar” se referirá a la guerra de
magi? Acaso olvidamos eso? Le fallamos al testamento?
Podía ver con su corazón aquella vorágine devoradora de luz
y tiempo, acercándose a su mundo, creciendo en odio y voracidad, su salud ya no
parecía importar, pues “el condenador” se acercaba.
- Sálvanos…….
……
……
……
…..
…..
…..
[Que así sea]
Los ojos brillaban en un verde intenso y sus partes cobraban
movimiento, la enorme estatua se retorcía al tiempo que la roca y el oxido desaparecían
para dar lugar a las resplandecientes placas plateadas que formaban su
estructura.
Luego de caer hace
10,000 años,Sora había despertado al RW-55
el artefacto conocido alguna vez como Pegasus, extendía nuevamente sus alas…
y con ellas su
ilimitado poder.

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